viernes, 24 de septiembre de 2010

Se va el caimán


La Masare de Colombia vista por Fernando Botero

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- Marco PALACIOS.
- Entre la legitimidad y la violencia. Colombia, 1.875-1.994.
- Grupo Editorial NORMA.
- Santafé de Bogotá.
- 1.995.
- 386 págs.
- 3.190 pta.
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            Quienes hemos tenido la oportunidad y la satisfacción de conocer, a lo largo de 1.991, al profesor Marco Palacios Rozo impartiendo docencia en un curso de formación del profesorado celebrado en Madrid con motivo de la implantación en el bachillerato español de la especialidad Taller de actividades sobre Iberoamérica, o compartiendo unos días de verano en el incomparable marco del Parador de Bayona con ocasión de unas jornadas sobre las relaciones culturales entre España y Latinoamérica, organizadas por la Universidad compostelana y la fundación CEDEAL, recordamos ante todo su imagen bonachona, su agudo humor bogotano, su compromiso con las causas más nobles y la impresión de estar ante uno de los estudiosos que mejor ha indagado la historia y la compleja sociedad colombianas, a pesar de su periplo forzoso -por razones que a nadie se le escapan- como profesor visitante en diversas universidades extranjeras, entre ellas la Autónoma de Barcelona, de la cual formó parte durante el bienio 93-95, enrolado en su departamento de Economía e Historia Económica.

            Aunque escrito lejos del país, su libro Entre la legitimidad y la violencia ha alcanzado gran suceso en Colombia y, después de su presentación en Madrid hace ya unas fechas, empieza a comercializarse con cierto éxito en las librerías españolas, siendo su lectura muy recomendable al vertebrar con mano maestra lo histórico con la más específica actualidad. Razones suficientes para dar noticia de esta obra, amén de la deuda de gratitud que más de un americanista español de nueva hornada tiene con él contraída.


Profesor navegante

          Marco Palacios (n. 1.944) es doctor en Historia por Oxford y actualmente es investigador en El Colegio de México. Fue rector de la Universidad Nacional desde agosto de 1.984 a julio de 1.988 y su gestión supuso el renacimiento de la principal universidad colombiana, con la vuelta a la normalidad escolar, la consolidación de la investigación, el equipamiento del campus y la apertura del centro académico a la sociedad.

            Por contra, esos años de trasiego en la burocracia de su patria le apartaron de la disciplina y el tono necesarios, motivo por el cual la redacción del ensayo que presentamos fue -a tenor de sus propias palabras-  un proceso penoso en sus comienzos (agosto de 1.990) hasta su feliz término en julio de 1.994. Pero el esfuerzo, sin duda, ha merecido la pena.

            Para llevar a cabo la presente obra tomó distancia del país, y desde la libertad y la soledad que le ofrecieron prestigiosas universidades -Chicago, Duke, Autónoma de Barcelona y St. Antony´s College en Oxford- pudo consagrar cuatro años de su vida a descifrar e interpretar, en seis capítulos y un epílogo, un vasto panorama, manteniéndose fiel a la disciplina personal que en el año de 1.979 le permitió publicar El café de Colombia, 1.850-1.970. Una historia económica, social y política, trabajo que le supuso un merecido y auténtico reconocimiento académico dentro de la investigación histórica.


En surco de dolores

            Si en el panorama español es escasa la innovación y permanente el recurso al empirismo, la obra del profesor Palacios es un ejemplo para la disciplina historiográfica por su capacidad de proyectar hipótesis e interpretaciones, por su inspiración y rigor conceptual.

            Entre la legitimidad y la violencia es un ensayo riguroso en el que el autor aborda un proceso histórico atormentado y variopinto, el de la Colombia que va de 1.875 -fecha convencional que marca el principio del fracaso de la revolución liberal- a nuestros días y que ha desembocado en un constante clima de violencia sectaria y anárquica, cuyo origen se debe en gran parte a la carencia de plena legitimidad de las instituciones políticas de la república andina y a la amoralidad -son contadas y heroicas las excepciones- de su actual clase dirigente.

            La obra, en parte ya esbozada por el propio autor en The Cambrigde History of Latin America -en colaboración con Christopher Abel- y cuyos capítulos no han aparecido en la respectiva edición española al paralizarse de forma sorprendente tal proyecto -sólo se han publicado los diez primeros volúmenes de los dieciséis previstos-, conforma junto con el libro de Frank Safford, País fragmentado, pueblo dividido. Colombia: de las culturas precolombinas a 1.875, una completa síntesis histórica de la república americana.

            En el texto, Palacios da por sentadas las bases materiales -de las que se había ocupado Pancho Safford- y privilegia lo político. Dado su carácter interpretativo se basa en fuentes secundarias, en una excelente bibliografía enriquecida en los últimos veinte años y que aparece comentada al final del libro.

            Desgraciadamente, del mismo modo que durante el boom de Cien años de soledad, Colombia fue identificada con Macondo, en la última década la opinión internacional ha tomado al país andino como sinónimo de cocaína. Pese a los esfuerzos últimos -tregua con las guerrillas, aparición de nuevos partidos, Carta del 91 y procesos electorales subsiguientes- de buscar fórmulas para que el Estado, gobernado por líderes honestos y competentes, pudiera pacificar el país, terminar con la impunidad y ahondar en el proyecto de democratización, la realidad política cotidiana se impone, manteniéndose el divorcio entre una sociedad dinámica -aunque multipolarizada- y una clase rectora que sigue el camino de la fosilización y que encarpeta las buenas intenciones.

            No es extraño entonces que, a la sombra de la violencia organizada como cultura política y a raíz de los últimos acontecimientos (el narcoescándalo), el pueblo colombiano se sienta decepcionado y el país en una profunda crisis, pendiente de solucionar muchos problemas en el horizonte temporal más o menos cercano.



            Contrario a lo que pueda suponerse, el lúcido ensayo del profesor Palacios no da una visión catastrofista de la mejor y más rica esquina de América, no es la crónica de un naufragio. De sus palabras se entresaca que puede germinar la esperanza, otorgando a sus compatriotas la confianza y la capacidad de enfrentar la adversidad y regatear el fatalismo y la sumisión al destino.

            Pero, mientras tanto, la convulsa república andina se dispone a doblar nuevamente una página de su historia política en el umbral del tercer milenio, desaprovechando posiblemente una buena oportunidad para el logro de la paz y el desarrollo generalizado y el regreso -no sólo aparente y pactado- a la estabilidad constitucional y a la normalidad democrática. Se va el caimán, aunque esta vez parece no detenerse en Barranquilla.
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                                   Jesús Mella

24-5-96

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